Numerosos
expertos criminalistas, han coincidido en la descripción del perfil de las víctimas de feminicidios
correspondiente a chicas jóvenes, empleadas en las maquiladoras, de clases con poco poder
adquisitivo, solteras y con un aspecto físico que corresponde al prototipo de mujer mexicana;
morena de piel y con el pelo negro y
largo.
Como
se ha podido comprobar, la concepción masculina de la identidad femenina
se ha ido construyendo básicamente desde
dos frentes. Uno relacionado con el nacimiento de la “Ciudad del Vicio”, donde los
sentimientos negativos sobre la prostitución han sido muy importantes. Y otro relacionado con
la construcción de la identidad nacional,
con el personaje histórico de La Malinche que figura la traición a una
nación y la consiguiente subordinación
de todo el pueblo mexicano en general, pero donde los hombres de la frontera se sienten
especialmente aludidos.
Cherríe
Moranga, en su artículo titulado “From a Long Line of Vendidas: Chicanas and
Feminism,” dice que: “Desde entonces, los hombres de piel morena la han estado acusando de haber traicionado a su
raza, y a lo largo de los siglos han seguido culpando a todo su sexo por esta
“transgresión”. Estos discursos extendidos y subliminalmente asimilados
asociados a la identidad femenina en la
frontera son acumulativos y terminan dando como resultado estas acusaciones hacia las mujeres que son
las causantes de esta discriminación y la
violencia hacia el género femenino. Tampoco se debe olvidar que el
proceso de construcción de esta imagen
de mujer fronteriza trabajadora vista como peligro se ha producido en paralelo a la concienciación por
parte de los hombres de su propia identidad
masculina.
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